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  • Masticar el impacto

    Esquemas de colaboración para el fin de la pobreza de aprendizaje Si bien los indicadores de educación en Colombia han mejorado en los últimos 20 años, aún existen brechas en la calidad de la prestación del servicio educativo, específicamente aquellas relacionadas con el aprendizaje de competencias básicas, lectura, escritura y resolución de problemas. Aproximadamente cinco de cada diez niños menores de 12 años están en pobreza de aprendizaje, es decir que no tienen la capacidad para leer y comprender un texto sencillo. En las regiones donde se concentra la población más vulnerable el indicador de Pobreza de Aprendizaje puede alcanzar el 70%. Si bien las escuelas tienen más estudiantes al aumentar la tasa de cobertura en los últimos 20 años, el aprendizaje de habilidades básicas sigue aumentando su brecha, por lo que el país necesita ofrecer más oportunidades para completar una trayectoria educativa exitosa.

  • Sin los niños no hay futuro

    Por Mariana Caicedo, directora de Alianzas Estratégicas y Sostenibilidad de ProPacífico Muchos de nosotros recordamos la celebración de nuestros primeros cumpleaños o los abrazos recibidos por papá y mamá. Tenemos infinidad de momentos guardados en nuestro baúl de recuerdos, pero no somos tan conscientes de cómo han determinado de manera directa quiénes somos. El tipo de vida que pueda tener un adulto, sus condiciones de desarrollo en términos fisiológicos, sociales, culturales, educativos y económicos se condiciona desde la primera infancia y es precisamente esta etapa de la vida que marca el tipo de persona que vamos a ser. Los argumentos para determinar la importancia de la primera infancia no solo se basan en lo ético, cultural o legal. Los economistas han demostrado cómo el retorno de inversión en la primera infancia, comprendida desde los 0 hasta los 6 años, es la mayor comparada con inversiones realizadas en otras etapas de la vida. Pero aun teniendo todo tipo de justificaciones para priorizar a la primera infancia, en Colombia seguimos como sociedad sin garantizarle a los niños y niñas sus derechos a recibir una atención integral que comprende educación inicial, reconocimiento y afecto, salud, seguridad, espacio público, nutrición, etc. Lograr esta atención holística es un compromiso de todos. Por un lado, desde el sector público se deben diseñar las políticas y garantizar los recursos necesarios, pero los demás actores de la sociedad somos corresponsables para que suceda de esa manera. Por esta razón distintos actores del sector privado junto con 16 organizaciones del tercer sector del Valle del Cauca, ProPacífico y la Universidad Javeriana de Cali, comprometidos con aportar en la promoción y protección de la primera infancia, trabajamos juntos en la gran Alianza el Mejor Lugar para creSER. Desde este trabajo articulado y comprometido, estamos promoviendo la toma decisión tanto pública como privada basada en la evidencia. Es decir que, con los datos podemos entender de manera clara dónde están las brechas y es allí donde debemos poner los esfuerzos. ¿Cuál sería el esfuerzo ideal para impulsar verdaderamente la primera infancia? Primordialmente ampliar la cobertura en los Centros de Desarrollo Infantil, jardines o hogares comunitarios. Hoy, en Cali sólo el 20,4% de los niños y niñas, entre los 0 y 6 años, asiste a programas de educación inicial en el marco de la atención integral. Esto no sólo afecta el desarrollo de esos niños y niñas, sino que también imposibilita que las mujeres entren al mercado laboral, perpetuando la trampa de la pobreza. Luego de que tengamos la cobertura se debe garantizar la calidad en la atención. También es determinante que estos niños se alimenten adecuadamente para que su desarrollo físico y cognitivo se dé en buenas circunstancias. El acceso a la salud en esta etapa se debe dar desde el vientre de la madre y es determinante para identificar enfermedades. Desde la articulación de las fundaciones empresariales del Valle del Cauca y norte del Cauca estamos generando más inclusión social al invertir en la primera infancia. Por un lado, una inversión más focalizada debido a que está basada en la información y los datos, y por el otro en programas y proyectos con alto impacto en el cierre de brechas. Creemos que es preponderante que nos comprometamos todos a invertir en quienes son el presente y el futuro de Cali, el Valle del Cauca, la región Pacífico y Colombia. Ya pasó el mes de los niños y esta termina siendo una fecha simbólica. Que sea una oportunidad para comprometernos realmente con quienes, en breve, liderarán el destino de nuestra patria.

  • Piden un observatorio con información sobre la niñez en Cali

    Por: Luis Fernando Aguado, profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana Tener un buen sistema de información local con las cifras sobre los niños fue una de las recomendaciones de la investigación Cali, ¿cómo vamos en niñez? realizada por la Universidad Javeriana. Los resultados, que fueron presentados ayer, indican que las deficiencias en la articulación de la información de las diferentes entidades dificulta que se desarrollen programas y acciones efectivas hacia la población infantil. Si no se tiene la radiografía de cómo vive esta población y cuáles son sus necesidades, cómo se tiene una política pública que llegue de manera adecuada a atender los requerimientos de los niños, dijo el investigador Luis Fernando Aguado, profesor asociado del Departamento de Economía de la Universidad Javeriana. Según Aguado, hay aspectos donde la ciudad tiene estudios desactualizados e indicadores que no se miden desde el año 2014, como el tema de la malnutrición y la desnutrición en los niños en edad escolar. También la Encuesta de Calidad de Vida de la ciudad está desactualizada. La información más reciente es de 2012-2013 y eso no permitió caracterizar el entorno de los niños, como nivel educativo de los padres, condiciones laborales, prácticas de crianza, niños por hogar, explicó Aguado. ¿Cómo está la población infantil? De los 657.428 menores de 18 años que viven en Cali (según datos del Dane de 2015), 314.155 están registrados en la encuesta del Sisbén. El 44,34 % de la población infantil (291.503 niños y adolescentes) vive en cuatro comunas del Oriente: 13, 14, 15 y 21. En 2015, solo el 84,26 % de los niños menores de un año estaban registrados. Eso quiere decir que uno de cada seis niños de esa edad eran invisibles al Estado, anotó el profesor Aguado. De los 657.428 menores de edad que viven en Cali, 55.421 (8,55 %) viven en la pobreza extrema, de acuerdo con datos del Sisbén. El 41,08 % viven en las comunas del Oriente. En 2015 murieron 282 niños antes de cumplir los cinco años de edad. La tasa de mortalidad está en 10,33 por cada 1000 en menores de cinco años y de 8,79 por cada 1000 en menores de un año. De 27.309 bebés que nacieron en la ciudad en 2015, 2350 estaban bajos de peso (menos de 2500 gramos), 8,61 % de los nacidos vivos. En materia educativa, se avanzó en la cobertura de atención a la primera infancia. Se pasó de 13.135 menores de cinco años atendidos en 2012 a 32.397 en 2015 (ver gráficos). Sin embargo, la demanda potencial es de 38.862, es decir 6465 infantes están desescolarizados. Otro tema que preocupa es la reducción en la asistencia de los menores de edad a clases. La cobertura más baja está en los grados décimo y once, donde los adolescentes abandonan el colegio (60 % de la población estaba matriculada en estos cursos). Las comunas 13, 14, 15 y 21 (Oriente) y 18 y 20 (ladera) son las que tienen menores cobertura en educación media, lo que dificulta el acceso a la educación universitaria, explicó el investigador Aguado. Adicionalmente bajó la cobertura entre 2015 frente a 2014. En transición, la cifra fue de 69,10 % en 2015 frente a 9070 % en 2014. En primaria se tenía una asistencia de 91 % de la población infantil para esos grados, mientras que en 2014 fue de 96,90 %. Y en básica secundaria (de sexto a noveno), fue de 84,30 % en 2015 frente a 88,10 % de 2014. Frente a temas como la violencia, Cali tiene la mortalidad más alta en menores de edad por causas externas (las que no están relacionadas con una enfermedad, sino que son homicidios, suicidios o accidentes). La tasa local fue de 31,94 por cada 100.000 menores en 2015, mientras que en Bogotá fue de 8,78; en Medellín, de 12,68 y en el país, de 13,4.En los homicidios, las muertes se concentran en el rango de los 13 a 17 años. En la mitad de los casos, las víctimas vivían en el Oriente. Publicado en El País

  • Otra vez con la educación

    Por: María Isabel Ulloa, directora ejecutiva de ProPacífico En este punto nadie debería discutir la importancia que tiene la educación para el desarrollo de una región y por ende un país. Sin embargo, en muchas regiones de nuestro país, y tristemente en nuestro Valle del Cauca, seguimos viendo cómo la educación está lejos de ser fuente de desarrollo y un derecho garantizado para millones de niños. Como cada año, nos sigue doliendo que el Valle del Cauca este en el puesto 5 del resultado general del Índice Departamental de Competitiva del Consejo Privado de Competitividad. Parte de la explicación de este desempeño sigue siendo que somos el puesto 21 en el pilar de educación básica y media. En este resultado se conjugan una muy mala cobertura en toda la trayectoria educativa, una alarmante deserción escolar en educación secundaria y media, y una baja inversión en calidad educativa. Aunque algunos podrán decir que mejoramos por que pasamos del puesto 24 al 21, lo cierto es que estar en esta posición es inaceptable para una región como el Valle del Cauca. Desde otra perspectiva, la semana pasada fueron presentados los nuevos datos de pobreza multidimensional. Si bien quitando el año de la pandemia, desde el 2018 nuestro departamento venía bajando, en el reporte de este año presentamos un aumento de 1,1 puntos porcentuales. La explicación: bajo logro educativo, rezago escolar y trabajo informal, fueron los componentes de mayor incidencia entre los hogares. Esto evidencia nuevamente que la educación es la explicación de estos resultados, pues el trabajo informal, en buena parte de los casos, es el resultado de una mala calidad educativa o de deserción escolar, lo que les impide a los jóvenes acceder a trabajos formales. Estos datos fríos los hemos podido comprobar en los últimos años con el trabajo de Compromiso Valle. Arrancamos con jóvenes que pedían oportunidades, muchos querían emplearse, mientras otros querían educación superior. No obstante, la verdad es que, aunque muchos tienen las ganas y la decisión, muchos de estos jóvenes no “la tienen fácil”. Como sociedad les hemos quedado mal; debido a las deficiencias en la calidad educativa, pues, aunque muchos han completado el bachillerato su desempeño en las pruebas Saber 11 no les posibilita entrar a educación superior, quedando así frustrados y relegados a una educación técnica también de mala calidad y poco pertinente. A esto que ya es grave, se suman los que dejan el colegio en noveno grado porque no ven en la educación ningún beneficio y prefieren salir a la calle a buscar el sustento. Para ellos, transitar hoy a un empleo formal no es sencillo, entre otras cosas, por las grandes debilidades en competencias y habilidades socioemocionales de la gran mayoría de nuestros niños y jóvenes, lo que les impide y tomar decisiones adecuadas sobre sus proyectos de vida No más discursos y buenas intenciones, ¡Necesitamos acciones concretas sobre lo que verdaderamente impacta el desempeño escolar y evita la deserción! Requerimos del trabajo articulado entre el sector público y el privado para detener este círculo vicioso en el que estamos. La educación debe ser el principio y el fin de cualquier visión de desarrollo. Invito a todos los que por estos días quieren hacerse elegir a cargos de elección popular que le ‘paren bolas’ a este asunto y que no perdamos más tiempo. ¡No les podemos seguir quedando mal a nuestros niños, niñas y jóvenes! *Tomado de elpais.com.co

  • ¿Y los niños?

    Por María Isabel Ulloa, directora ejecutiva de ProPacífico Recientemente se ha hablado mucho de cómo sacar a los jóvenes de la guerra de pandillas y las mafias, hasta se ha mencionado que se les debe pagar para que no maten. Será el objeto de otra columna analizar si estos programas son efectivos o no, hoy quiero invitarlos a enfocar nuestra energía en pensar en los niños, esos niños que si no cuidamos y no educamos diferente, serán más vulnerables a verse inmersos en entornos delictivos en el futuro. Sin duda hablar de los niños, sobre todo en la primera infancia, enternece y nadie se opone al discurso de que debemos cuidarlos y educarlos mejor. Sin embargo, tristemente estas discusiones se quedan ahí y muchas veces ni siquiera los diagnósticos son claros. Por esto se formó la alianza ‘El mejor lugar para creSER’, en la que organizaciones del sector privado y la Universidad Javeriana de Cali buscan aportar al cierre de brechas de la primera infancia, y que tiene entre sus logros tener un sistema de información para tener mejores datos de los niños en el Valle del Cauca y el norte del Cauca. Para el caso de Cali, los niños y niñas entre 0 y 6 años representan el 7,6% de la población, el 51,3% están registrados en el Sisbén y de ese número, el 1% crecen en hogares en pobreza extrema. Es decir, hay una buena parte de nuestros niños y niñas que están viviendo en pobreza o pobreza extrema y no están recibiendo los cuidados necesarios para su edad. Sólo el 20 % de los niños y niñas caleños asisten a programas de atención integral, dato que para Colombia es del 40%, cifra para nada alentadora. Otro dato alarmante es la proporción tan alta de niños nacidos vivos de madres que apenas tienen entre 10 y 14 años. Son niñas criando niños, situación que lo único que hace es enquistar la pobreza en nuestra sociedad, porque buena parte de ellos terminan al cuidado de abuelas o familiares o, en muchos casos, solo bajo la protección de sus madres que a su edad tienen pocas capacidades para darles las herramientas físicas y psicológicas que necesitan para afrontar la vida. Esto sin contar que ante su nuevo rol estas niñas muchas veces se quedan sin estudiar y/o trabajar por la necesidad de cuidar a los pequeños y, por ende, estos niños y niñas tampoco acceden a la educación. Es decir, el circulo vicioso de la pobreza. De acuerdo con cifras del 2022, 8.014 niños y niñas de Cali están creciendo con desnutrición crónica, lo que impide su desarrollo adecuado si tenemos en cuenta que en este periodo se producen cerca del 80% de las conexiones neuronales, se sientan las bases para el desarrollo social, atención, motivación, autocontrol y sociabilidad, condiciones necesarias y básicas para el éxito en la escuela, la salud, la profesión y la vida en general. Por estas y otras razones, ayer, en una alianza de varias organizaciones invitamos a los precandidatos a la alcaldía de Cali a presentarles estos y muchos más datos sobre la niñez en nuestra ciudad, con el objetivo de que los prioricen en sus programas de gobierno. Lamentablemente solo un candidato estuvo presente. Los niños se quedaron esperándolos para conversar. Esperamos que este tema, así como el de la educación, sea central para el futuro alcalde o alcaldesa de Cali. No sigamos buscando soluciones mágicas para los problemas que tiene nuestra región en términos de seguridad, cuando una de las acciones más estructurales que podemos hacer en este tema es concentrarnos en nuestros niños y niñas, a los que les seguimos dando la espalda. La solución es con ellos. *Tomado de elpais.com.co

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